EN DEFENSA DE CERES

Si creíais que Plutón era el planeta más vapuleado del sistema solar, os presento a Ceres, tan ignorado que ni siquiera se hizo famoso a raíz de su “degradación y posterior ascenso” entre la comunidad científica.

Hace tan sólo unos días, la nave Dawn enviada por la NASA llegó a las proximidades de Ceres, y fue atraída por la fuerza gravitacional del planeta enano, al que investigará durante el próximo año. Esta es una oportunidad histórica para desvelar algunos de los secretos astrofísicos del cuerpo celeste con el que la comunidad científica no se aclara, puesto que ha pasado de ser planeta oficial, a ser asteroide y después planeta enano.

Ceres fue descubierto en 1801 por Giuseppe Piazzi y catalogado como planeta, pero poco después se encontraron una multitud de cuerpos similares, aunque todos más pequeños, que forman el Cinturón de Asteroides entre Marte y Júpiter.

Es la idea persistente de que Ceres es un asteroide más entre muchos, lo que siempre lo ha mantenido en la sombra y le valió su degradación. Sin embargo, es importante decir que Ceres podría haber sido un gran planeta, si no fuese porque la cercanía de Júpiter, el planeta más poderoso del sistema solar, hizo que no pudiese reunir la materia necesaria para crecer. La hipótesis es que Júpiter quería toda la materia a su alrededor y Ceres se la cedía. Algunas de las partes que iban a formar a Ceres quedaron a medio camino y flotando en el cinturón de asteroides. Hace poco, los científicos han empezado a valorar más a Ceres. Aunque es pequeño, se piensa que este planeta tiene atmósfera, presencia de agua que podría albergar vida, e incluso quizá es el origen del agua de nuestro planeta (eyectado aquí hace millones de años).

Uno de los primeros misterios que han surgido después de tan sólo semanas de aproximación al planeta es el que esconden unas manchas brillantes en su superficie. Podría tratarse de hielo reflejado, agua líquida o un criovolcán (que expulsa hielo) como retrata la ilustración de aquí abajo. A pesar de estos datos y de que se sabe de su presencia desde hace dos siglos, ni siquiera entre los astrólogos se ha integrado al planeta Ceres como uno de los importantes, a tener en cuenta en cada carta astral. Antes se ha aceptado a Quirón, una piedrecita del tamaño de un estadio de fútbol, y que es muy popular en la ultima moda de lectura de cartas astrales.

Este es un momento excelente para que los astrólogos le devolvamos a este planeta el valor que se merece dentro de nuestra comunidad: como el planeta regente de Virgo.

Virgo es uno de los signos más complicados del sistema solar, es tímido y arrogante a la vez, es servicial pero egocéntrico, sencillo en sus hábitos y retorcido en su mente. La imagen más ilustrativa puede ser la de un mayordomo inglés: a tu servicio y despreciándote al mismo tiempo. Estas son algunas de las razones por las que Ceres rige a Virgo:

1. El planeta reducido

El tamaño tan reducido de Ceres combina bien con la idea de humildad de Virgo, además es “una persona corriente”, igual que el planeta es uno más, puesto que esta literalmente acompañada por un reguero de cuerpos similares. Esta influenciado y al servicio de alguien más importante: Júpiter. Esta faceta de “consejero del rey”, dibuja muy bien al signo Virgo, hábil en arreglar la vida de otros.

El cinturón de asteroides es una frontera dentro del sistema solar, igual que Virgo está acostumbrado a trazar lineas que lo limitan todo. La más simbólica de ellas es otro cinturón: el cinturón de castidad que reprime a una virgen.

2. El planeta despedazado

Todo el cinturón de asteroides es algo así como “la disección de un planeta potencial”, trozos de un planeta inexistente que podría haber sido grande pero que se quedó en la intención, así como trozos de otros planetas que se perdieron durante la formación. Un auténtico Frankenstein planetario. Ceres es lo más sólido que queda del cadáver desmembrado. El hecho de estar separado en pedazos es perfecto: Virgo es experto en compartimentar, tiene una mente analítica que segrega las cosas por sus miembros y los juzga uno a uno y por su rol específico en el todo. Incluso puede considerarse a si mismo como una serie de herramientas separadas. Su cualidad mental es bastante próxima a la de un médico o un mecánico.

3. En formación continua

Su estatus entre los astrofísicos es el de un planeta que se quedó a mitad de formación. Situación muy propia de Virgo, que se conoce por estar en un estado perpetuo de perfeccionamiento, hasta el punto de nunca sentirse del todo “formado” como para decidir o actuar. Según los científicos, Ceres está hecho de diferentes tipos de arcilla, otra forma de llamar al barro, y precisamente el elemento del signo de Virgo es la tierra y su modalidad es mutable. Tierra Mutable significa básicamente barro. Barro es aquello que moldeamos sin parar, y no se petrifica a menos que lo calentemos.

4. El nombre de una diosa

Incluso la reputación confusa y peyorativa del planeta, cuadra con Virgo. También su nombre y el mito griego que lo acompaña. No soy partidario de juzgar a un planeta por su nombre, que considero una etiqueta puesta por el hombre y que no tiene verdadero valor. Pero en este caso, Ceres o Deméter es la diosa de la vegetación y las cosechas, enseñó agricultura a los hombres. Se trata de un arte minucioso que separa, como hace Virgo, el fruto viable del inviable. Deméter incluso ejerció como sirvienta para los reyes de Eleusis, y les traspasó sus conocimientos, degradando su poder como ningún otro dios, como también hace cualquier Virgo, y el planeta denigrado, Ceres.

Aunque cueste creerlo, hay cierto machismo entre astrónomos y astrólogos, aún siendo disciplinas aparentemente abiertas e igualitarias, en ellas el poder ha sido gestionado habitualmente por hombres como en todas las demás áreas... Por eso no se puede descartar que sea el hecho de que Ceres es una diosa mujer lo que ha frenado su reconocimiento.

Esto puede parecer la declaración feminista más marciana y peregrina, escrita sobre un planeta femenino justo después del 8 de marzo día internacional de la mujer trabajadora. Sin embargo es bastante significativo que los planetas más enormes son todos hombres, y a las diosas griegas se las ha dejado para nombrar a satélites y asteroides sin importancia apenas. Juno, que era la reina de los dioses del Olimpo, es un asteroide más pequeño que Ceres, algo similar pasa con Diana, Pallas Atenea, Hestia, Perséfone, Rea, todas dan sus nombres a cuerpos celestes sin poder. Actualmente, tan sólo Venus persiste como planeta relevante con nombre femenino, y en menor medida La Luna, que dependiendo del idioma ni siquiera resulta ser mujer, a menos que hablemos de sus anteriores nombres, como Selene.

Tanto los dioses mitológicos como los signos están igualitariamente repartidos entre seis masculinos y seis femeninos, y sin embargo, en las ciencias que los investigan tenemos una saturación de hombres, representando energías femeninas.

Este dato es cuanto menos, curioso.

Andrés Zaragoza